viernes, 13 de enero de 2012

El Madrid de los Austrias

A pesar del frío invernal que helaba nuestros huesos, tuvimos la oportunidad de conocer una parte importante de la historia de Madrid, el Madrid de los Austrias, guiados por las alumnas de 2º de GIAT, que nos acercaron a esas calles, edificios y monumentos que aún siendo tan conocidos por todos/as, no reparamos en la historia que llevan a sus espaldas en nuestro rutinario día a día.
Comenzamos nuestra visita en la Puerta del Sol, destacando la estatua ecuestre de Carlos III, la estatua del Oso y el Madroño y la de la Mariblanca, y la antigua Casa de Correos. Nos asombra la existencia del mentidero de la corte de la Villa cercano a la calle Esparteros, donde tantos bulos se han debido de contar, y de donde probablemente vengan los orígenes de los actuales programas del corazón.
Siguiendo nuestra visita por la plaza del Marqués Viudo de Pontejos, donde desde tiempos de nuestras abuelas hasta la actualidad, encontramos en sus tiendas tradicionales abalorios de todo tipo. En la colindante plaza de la Santa Cruz se ubica la sede del Ministerio Asuntos Exteriores en el que era el antiguo palacio de Santa Cruz, edificio histórico de la época de los Austrias. Seguimos con nuestra visita hacia la plaza de la Provincia, con su maravillosa fuente de Orfeo, cuya réplica se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional, y que muestra en su pedestal la evolución del escudo de la ciudad.
No podía faltar en la visita la plaza Mayor, con su estatua ecuestre de Felipe III, como símbolo de los Austrias. Observar el arco ciego desde donde, en los pequeños balcones, la amante del rey se asomaba para suspirar por su gran conquista, cuando el rey se encontraba en la plaza acompañado de su consorte. El edificio de la panadería era lugar de encuentro del gremio de los mismos.
En la Calle de Toledo, la Colegiata de San Isidro y en la plaza de Puerta Cerrada destaca la cruz de piedra y los fantásticos lienzos de la época en la que Tierno Galván era alcalde de Madrid, y que decoran las fachadas de los edificios colindantes.
Nos encaminamos por la calle de Cuchilleros y accedemos a la plaza Mayor por el Arco del mismo nombre. En esta calle se ubican dos restaurantes famosos, el primero las Cuevas de San Miguel, y el más antiguo del mundo según el libro Guinness de los récords, el Restaurante Sobrino de Botín, de 1725.
En la calle San Justo admiramos la Basílica de San Miguel, declarado monumento histórico artístico, y el Palacio Arzobispal.
Torciendo por la calle Puñoenrostro visitamos el Convento de las Carboneras en la plaza Conde de Miranda. La leyenda dice que las monjas de clausura rezaron junto con el espíritu de su superiora recién fallecida.
La plaza de la Villa cuenta con tres edificios de la época de los Austrias: la Torre de los Lujanes, la Casa de Cisneros y la Casa de la Villa, y en su centro el monumento a don Álvaro de Bazán, con las rondillas de Lope de Vega en su pedestal de mármol gris.
Tras recorrer la calle del Rollo, sentados en la Calle Sacramento, nos invitaron a escuchar una leyenda tan asombrosa como increíble: un guardia del palacio real paseando por dicha calle, observó a una mujer insinuándose desde el balcón de un edificio. El guardia no pudo resistir la tentación de yacer con ella en una noche de pasión. Al amanecer, el apasionado amante, recordó al escuchar las campanas del Palacio Real dando el repique de cambio de guardia, que debía volver para el mismo. Al salir corriendo olvidó su espada, pero cuando volvió a la calle Sacramento para recuperarla, advirtió que el edificio donde había dejado a su amante durmiendo, estaba abandonado y en ruinas. Preguntó a un vecino y éste le dijo que llevaba cincuenta años abandonado. El guardia, desconcertado, entró en el edificio que encontró desolado y lleno de polvo, y en la habitación no le esperaba su amante, sino la espada herrumbrosa que había olvidado poco antes, y en un viejo cuadro, la mujer con la que había yacido la noche anterior. Tal fue la impresión que decidió ingresar en un monasterio.
En la calle Sacramento también encontramos la Iglesia Catedral Castrense, edificada por Juan Gómez de Mora.
Recorrimos la calle Mayor con el Palacio de Uceda (o de los Consejos), el Palacio de Abrantes y el monumento recordatorio del atentado a Alfonso XIII y su esposa el día de su boda, por la bomba casera de un anarquista escondida en un ramo de flores que lanzó durante el recorrido. Los reyes no sufrieron ningún percance, pero murieron una veintena de personas.
Finalizamos nuestra visita en la monumental Catedral de la Almudena, el Palacio Real (antiguo Alcazába árabe de la época de la conquista y después Alcázar), los jardines anexos de Sabatini, frente a la plaza de Oriente con sus estatuas de los reyes Godos.
Esta experiencia ha sido una oportunidad para conocer de cerca la historia de esta ciudad tan familiar para nosotros y que esconde rincones de leyenda a menudo olvidados. Merece la pena detenerse y observar la historia.