Sin embargo, y como
es lógico, nuestro itinerario de viaje comprendía ciertas actividades
culturales, por lo que cada mañana nos levantábamos y nos recorríamos la
ciudad.
La ciudad en sí me
resultó muy acogedora, sus gentes amables, sus calles llenas de vida, pero sin
demasiado bullicio...en fin, como si fuese un pueblo grande.
Además tuvimos la
oportunidad de aprovechar una mañana para ir de tapas, ya que Salamanca también
es conocida por ello. Pude observar que había muchísimos bares y lugares donde
poder tomarte algo, y muy diferentes, aunque nosotros nos decantábamos
mayoritariamente por las terrazas, aprovechando los rayos de sol. Las tapas son
bastante abundantes y también muy variadas, siempre acompañadas de una bebida
refrescante.
Volviendo al plano
cultural, visitamos los principales monumentos, y claro todo el recorrido a
pie, ya que no es una ciudad muy grande y todo queda bastante cerca. Me
gustaría destacar la Catedral Nueva, construida prácticamente al lado de la
Vieja, que en un principio se iba a derribar. La razón por la que se erigió
otra catedral fue debido al auge de la actividad universitaria. Sobre todo me
llamó la atención el detalle en sus pórticos. Además se encuentran en una zona
peatonal de jardines y parques digna de mencionar. Pudimos contemplar en su fachada
la famosa rana de la suerte, ya que dicen que si la encuentras apruebas; es
curioso la cantidad de figuritas talladas que puedes ver mientras realizas la
tarea, así como, angelitos con infinidad de posturas, animales e incluso llegué
a ver un astronauta.
En cuanto a la vida nocturna, qué decir, un
sinfín de garitos, pub y discotecas alrededor de la plaza mayor, adornada con
luces que la hacen todavía más espectacular. Aprendimos que allí los días de
salir son el jueves y el sábado especialmente.
Me gustaría terminar
diciendo que recomiendo ésta acogedora ciudad y reconozco que su encanto me ha
hecho volver.
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